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Η ιταλική αριστερά αντιστέκεται στον προμαχώνα της Emilia Romagna και ανακαταλαμβάνει την Ούμπρια

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Emilia Romaña seguirá siendo roja. La región italiana con el tercer PIB más alto de Italia se ha decantado por continuar en la senda de la socialdemocracia. Unos 3,6 millones de ciudadanos estaban llamados a las urnas en las elecciones regionales en este territorio y han dado, por un amplio margen de dieciséis puntos, la victoria a la coalición centroizquierdista, según el recuento casi final. Más aún, el centroizquierda, encabezado por el Partido Democrático (PD), también ha reconquistado la pequeña Umbria (680.000 votantes), que había perdido hace cinco años, de acuerdo con el recuento al 90%.

En particular la cita de Emilia Romaña era una nueva prueba para el frágil progresismo italiano. Si no ganaban (partiendo, además, como favoritos) hubiera implicado perder también su último gran bastión en Italia, una región que es un ejemplo de éxito socioeconómico y que han gobernado de forma interrumpida desde la Segunda Guerra Mundial. Eso no ha pasado y el PD puede respirar aliviado. Con ello, para la formación, también es una buena noticia el desenlace en Umbria, donde el resultado final era bastante más incierto pero finalmente la victoria también ha sido bastante holgada (unos cinco puntos, según los datos disponibles al cierre de esta edición).

Los resultados confirman los escenarios adelantados por las encuestadoras y los analistas, que predijeron que la decisión del PD de presentarse unido en una coalición con otros partidos (especialmente, el Movimiento 5 Estrellas) era acertada, y que la primera ministra italianaGiorgia Meloni, lo tenía muy difícil en esta ronda electoral. Con esto como trasfondo, la mandataria prefirió en los días previos dedicarse a otros asuntos y apenas se involucró en las campañas electorales de las dos regiones. 

Abstención récord

Tanto es así que Meloni tampoco ha tardado en reconocer la derrota. “Quiero expresar mis mejores deseos de éxitos a los nuevos presidentes de Umbria, Stefania Proietti, y de Emilia Romaña, Michele de Pascale”, ha afirmado este lunes. “Más allá de las diferencias políticas, espero que podamos colaborar de una forma constructiva para enfrentar los desafíos comunes y trabajar para el bienestar y futuro de nuestras comunidades”, ha añadido. 

La otra cara de la moneda ha sido la constatación de los pocos votantes que han acudido a ejercer su derecho. Según datos difundidos por el Ministerio de Interior transalpino, en las dos jornadas electorales del domingo y lunes, apenas el 46% votó en Emilia Romaña (había sido el 67% en 2020), y solo el 52% (había sido el 64%) lo hizo en Umbria.

Un fenómeno, este, muy llamativo en un país como Italia en el que en las anteriores décadas sus ciudadanos votaban —sin estar obligados a ello— en masa. “Antes, el 90% acudía a votar. ¿Ahora, adónde iremos a parar?”, ha lamentado el exprimer ministro Romano Prodi con tono desconsolado.

Recuperar la confianza

Con ese monstruo aún imbatido, ahora al centroizquierda le espera la titánica tarea de recuperar la confianza de los tantos ciudadanos que no han acudido a las urnas, desencantados con la política. En Emilia-Romaña, también por los retrasos en la entrega de las ayudas después de las cuatro graves inundaciones ocurridas en 2023. 

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Tal vez por ello también De Pascale, el recién elegido presidente de Emilia Romaña, también se inclinó por enterrar casi inmediatamente el hacha de guerra y pronunciar unas palabras conciliadoras. “Ahora es necesario que empiece la época de la colaboración institucional”, ha dicho. La de Umbria, Stefania Proietti, hizo un discurso similar, también apelándose a la unidad. “Esta es una victoria de todos los ciudadanos y las ciudadanas de Umbria”, afirmó. 

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