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Η Κίνα προειδοποιεί ότι “θα αγωνιστεί μέχρι το τέλος” εάν το Trump επιβάλει επιπλέον 50% τιμολόγια

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Pekín ha prometido el martes que luchará “hasta el final” tras haberle avisado Trump de que le doblará las tarifas. Perseveran China y Estados Unidos en la espiral de aranceles y amenazas cruzadas que anticipa un drama inapelable. Un vistazo a la hemeroteca lo relativiza: en el primer mandato de Trump levantaron las dos superpotencias el pie del acelerador cuando ya se anunciaba el choque de trenes. Falta saber cuándo y cómo lo venderán a sus audiencias internas como un triunfo.

Por ahora truenan los tambores. El Ministerio de Comercio ha acusado a Washington de chantajearla, ha desdeñado la última andanada de Trump como “un error encima de otro error” y anunciado enérgicas contramedidas. “China luchará hasta el final si Estados Unidos se empeña en el camino incorrecto”, ha prometido.

Trump había impuesto aranceles del 20 % en sus primeros meses en la Casa Blanca a los productos chinos. La semana pasada, durante ese reparto global al que llamó Día de la Liberación, le endosó otro 34 % que acercaba a su promesa electoral del 60%. China contestó con el mismo porcentaje y Trump, empeñado en jugar la partida de ajedrez con las fichas propias y ajenas, desaconsejó a Pekín su movimiento y prometió castigarla con un 50 % adicional si no se echa atrás. Esa carga, si entra en vigor y es empatada por China, desliza al desacoplamiento de las dos mayores economías mundiales que ansían muchos halcones de Washington y temen todos los analistas sensatos. Llega un “invierno económico nuclear”, ha pronosticado Bill Ackman, multimillonario, gestor de fondos y antiguo apoyo de Trump.

Trump, abofeteado por la prensa oficial

La prensa oficial abofetea a Trump e insufla ánimos estos días a una población comprensiblemente inquieta. El mensaje es que Pekín ha hecho los deberes en los últimos ocho años. “No caerá el cielo sobre nuestras cabezas”, tranquilizaba este fin de semana el ‘Diario del Pueblo’. La agencia de noticias oficial, Xinhua, tildabael martes a los aranceles de Trump de “pura extorsión”. “La lógica estadounidense es completamente absurda. Te golpea a su antojo y no puedes responder sino que tienes que rendirte incondicionalmente. Eso no es diplomacia, es franca coerción disimulada de política”, continuaba.

El matutino ‘Global Times’ prometía que “el chantaje no intimidará a China (…) Las presiones y las amenazas no son la mejor vía para negociar con China”. La antigua civilización china, seguía, es conocida por su respeto y valora la sinceridad y confianza. “Pero la resistencia firme frente a las presiones es también otro rasgo que define el espíritu chino”, recordaba.

Fuerza para negociar

Trump exporta sus usos negociales del sector privado a la diplomacia. Consisten en alcanzar una posición de fuerza desde la que reclamar concesiones. El farol en ocasiones exige un desastre inminente. Con Kim Jong-un, líder norcoreano, intercambió promesas de destrucción masiva y acabaron en la mesa. También amagó con la tragedia total durante su primer mandato con China, también tronaron los medios y gobiernos y también fue dispuesto el escenario para una guerra sin prisioneros. Una ronda de negociaciones trajo la paz y no hay razones para descartarla ahora.

 Al levantisco Trump y la confuciana China les unen su pragmatismo. Una concepción fenicia o transaccional de los negocios, desnuda de ideologías. El Gobierno chino sabe que sólo le legitima el progreso de su pueblo; Trump sabe que la inflación le arruinó a Biden la reelección. El panorama que dibujan es mutuamente calamitoso así que es previsible un frenazo antes de que las bravatas sean excesivas para retirarlas sin quedar expuestos a la opinión pública. Es preocupante que Trump haya amenazado hoy con suspender todas las reuniones con China. El diálogo fluído de funcionarios impidió que reventaran las costuras en los tiempos más áridos de la anterior guerra comercial y en la afinidad de Trump y Xi Jinping, su homólogo chino, confían los analistas para apagar este incendio.

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