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Χρονικό από τη Βηρυτό: Οι άνθρωποι ανακατασκευάζονται σε μοναξιά μεταξύ μιας θάλασσας των συντριμμιών

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En sus 5.000 años de Historia, se sostiene que Beirut ha sido destruida y reconstruida siete veces. Los terremotos y las guerras han transformado la que ahora es la capital del Líbano, llevándola hasta su estado actual. Pero parece que la condena de la devastación no sólo es una leyenda del folklore libanés. Cada lustro se renueva. Si en el 2020 fue una de las mayores explosiones no nucleares de la historia en el puerto beirutí la que sacudió la ciudad, ahora, han sido dos meses de brutales bombardeos israelíes los que han pulverizado sus suburbios sureños. Con el alto el fuego de 60 días a apenas horas de expirar, las calles de Beirut siguen llenas de escombros.

Más de 600 edificios en los suburbios del sur de Beirut quedaron completamente destruidos como resultado de los 65 días sometidos a una brutal campaña militar israelí. Dahiyeh, que en árabe significa literalmente ‘suburbio’, es un mar de escombros. El Consejo Nacional de Investigación Científica recomienda demoler el 30% de los que sufrieron daños. Muchos de ellos son altos edificios residenciales, con unas 10 plantas, cada una de las cuales con varios apartamentos. Cada uno de ellos era un hogar. En su interior, había vidas enteras construidas, extensas colecciones de recuerdos, proyectos aún por consumar. Tras cada ruina se oculta un drama personal.

Dahiye γειτονιά γειτονιά, νότια της Βηρυτού, δύο μήνες μετά το τέλος των ισραηλινών βομβιστικών επιθέσεων. / Andrea López-Tomàs

Como en la guerra del 2006

Los libaneses, movidos por la devoción a sus raíces, quieren retomar esas aspiraciones, volver a sus casas. Pero, en cuanto retornan a su barrio para salvar algunos de los recuerdos que la guerra se empeñó en arrasar, se dan cuenta de que ni las motas de polvo han desaparecido. “No ha habido progresos, porque no hay dinero para reconstruir, así que el proceso de reconstrucción avanza muy lentamente”, reconoce Michael Young, editor sénior del Malcolm H. Kerr Carnegie Middle East Center en Beirut, a EL PERIÓDICO. Las perspectivas de reconstrucción y, sobre todo, quién pagará los costos en medio de una de las crisis económicas más brutales de la historia del Líbano y del mundo siguen sin estar claras.

Igual que hizo en el 2006, Hizbulá prometió ayudar a sus seguidores. Tras la guerra que duró un mes contra Israel, la milicia y partido político financió gran parte de la reconstrucción, valorada en 2.800 millones de dólares entonces, con el apoyo de su aliado Irán. A su vez, los donantes árabes, en particular Arabia Saudí y Qatar, tuvieron un papel fundamental, prometiendo 1.300 millones de dólares. Doha reconstruyó cuatro ciudades y Riad, 25 aldeas en el sur del país. Además, una conferencia organizada en Francia recaudó 7.200 millones de dólares, la mayoría de los cuales se vincularon a reformas económicas que el gobierno no implementó.

El Banco Mundial estimó en un informe publicado en noviembre, antes del alto el fuego a finales de mes, que las pérdidas en la infraestructura del Líbano ascendían a unos 8.500 millones de dólares, multiplicando por tres el coste de la guerra del 2006.

Pero, casi 20 años después, el panorama es muy distinto. Por un lado, la destrucción es mucho mayor. El Banco Mundial estimó en un informe publicado en noviembre, antes del alto el fuego a finales de mes, que las pérdidas en la infraestructura del Líbano ascendían a unos 8.500 millones de dólares, multiplicando por tres el coste de la guerra del 2006. Decenas de miles de casas han sido reducidas a escombros por los ataques aéreos israelíes en el sur y el este del país, y en los suburbios del sur de Beirut. Gran parte de las 1,3 millones de personas desplazadas aún no han podido retornar a sus hogares, y al menos 166.000 trabajadores han perdido su empleo.

Estado actual de una de las calles principales del barrio de Dahiye, al sur de Beirut (enero de 2025).

Τρέχουσα κατάσταση ενός από τους κύριους δρόμους της γειτονιάς Dahiye, νότια της Βηρυτού (Ιανουάριος 2025). / Andrea López-Tomàs

“No se han hecho esfuerzos de reconstrucción, aunque parece que Nabih Berri, el presidente del Parlamento, ha estado contactando con oficinas de ingeniería o arquitectura para decir que se va a hacer algo, pero tengo la sensación de que probablemente se trata más de un esfuerzo por crear un sentimiento de actividad cuando, de hecho, no hay realmente financiación para emprenderla”, señala Young. “Lo veo más como un intento de acallar la ira de quienes han perdido sus hogares, en lugar de un plan de reconstrucción claro, porque hasta ahora no hay señales de que haya dinero para la reconstrucción”, añade el investigador libanés.

Cambios locales y regionales

Muchas cosas han cambiado en los últimos 19 años. La más destacada ocurrió en el curso de unas semanas. Hizbulá ya no es el que era el 17 de septiembre por la mañana, antes de que miles de dispositivos buscapersonas estallaran al unísono por orden de Israel, dejando incapacitados a gran parte de sus miembros. Desde entonces, sus líderes fueron cayendo y su infraestructura militar y civil fue gravemente diezmada. El grupo chií ya no cuenta con la fortaleza de hace unos meses, y eso también afecta a sus seguidores. “Al principio, había el rumor de que Irán había proporcionado dinero a Hizbulá para que la gente pudiera alquilar apartamentos durante un período determinado, pero, por lo que parece, ese dinero no se ha desembolsado”, cuenta Young.

“Hizbulá no ha sido capaz de compensar a sus seguidores ni de iniciar un proceso de reconstrucción”, constata a este diario. “En general, lo que está intentando hacer es absorber el descontento, que va en aumento”, añade Young. Por otro lado, el panorama en la región ha cambiado. “El contexto regional y las alianzas con los Estados del Golfo son mucho más desventajosas hoy para Hizbulá y para la comunidad chií en general, e incluso en cierta medida en relación con el Líbano, que en el 2006”, apunta Young. El editor considera que si Hizbulá insiste en seguir manteniendo sus armas, “no hay garantías de que los Estados del Golfo den dinero al Líbano”.

Un gato maulla en una acera del barrio de Dahiye, al sur de Beirut

Μια γάτα Maulla σε ένα πεζοδρόμιο στη γειτονιά Dahiye, νότια της Βηρυτού / Andrea López-Tomàs

Sin reformas

Además, el grupo no puede contar con el apoyo de Irán, diezmado por las sanciones económicas. La caída de su aliado en Siria, el dictador Bashar el Asad, ha ahondado el aislamiento de la milicia libanesa en la región. A su vez, el gobierno libanés, que se encuentra falto de recursos económicos y paralizado hasta hace un par de semanas, no está en condiciones de ayudar. Semanas atrás, una conferencia internacional del presidente francés Emmanuel Macron en apoyo al Líbano recaudó 1.000 millones de dólares en promesas de ayuda humanitaria y apoyo militar, pero estas están sujetas a que los líderes libaneses lleven a cabo reformas políticas y económicas que luchen contra la corrupción y la debacle financiera.

Mientras cada uno de los grupos políticos que les ha llevado a una brutal crisis económica o a una devastadora guerra trata de salvarse a sí mismo, el pueblo libanés sigue nadando solo en medio de un mar de escombros. En los suburbios sureños de Beirut, nada ha cambiado dos meses después de que callaran las bombas. La población está sola a la hora de reconstruir sus casas, teniendo que invertir los pocos ahorros que les quedan después que los bancos libaneses se los tragaran durante la dura crisis económica de los últimos cinco años. Por el momento, el polvo sigue acumulándose sobre los restos de sus hogares.

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