La ofensiva de milicias rebeldes sirias lanzada este miércoles contra las tropas del presidente sirio, Bashar al Asad, ha llegado este viernes a las afueras de Alepo, la segunda ciudad siria, donde hay combates entre opositores y el régimen de Damasco por primera vez desde 2016.
[–>
Este último ataque rebelde está liderado por la milicia yihadista Hayat Tahrir al Sham (HTS), antigua filial de Al Qaeda en Siria que renunció al terrorismo internacional en 2017, y llega en un momento de gran debilidad de Asad por la retirada parcial de los aliados del presidente sirio, Irán y sus milicias afines y Rusia, del conflicto en el país árabe.
Este ataque supone, así, la primera gran reactivación de la guerra civil siria, que estaba estancada y congelada desde 2020, cuando Turquía —la valedora de las milicias rebeldes— y Rusia firmaron un alto el fuego que aunque no sirvió para parar los bombardeos de Moscú y Damasco contra la población civil rebelde, sí consiguió parar las ofensivas y ataques a gran escala sobre el terreno.
Según los expertos, el motivo del inicio de este ataque ahora, a parte de la debilidad de Asad, es Ankara. “Esta operación había sido anticipada desde hace semanas, y se ha retrasado para evitar cualquier percepción de que sus autores estén alineados de ninguna forma con las acciones militares de Israel en Gaza y Líbano”, explica el analista turco Ömer Özkicilcik, que continúa: “La operación salió adelante cuando Turquía cambió su posición inicial de oponerse al ataque y dio su luz verde. Este cambio se debe al nulo avance de las conversaciones para normalizar las relaciones entre Ankara y Damasco, además de a la frustración turca ante la poca cooperación rusa a la hora de hacer cumplir sus acuerdos anteriores en Siria”.
[–>
Refugiados y charlas
Desde hace más de una década, Turquía es el país del mundo que más población refugiada alberga: algo más de tres millones de personas. Con la crisis económica inflacionaria que azota el país desde hace años, una gran parte de la población turca desea, ahora, que los refugiados sirios vuelvan a su país, y presiona al Gobierno del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, para que llegue a un acuerdo con Asad al respecto.
Hasta la fecha, Asad siempre se ha negado a sentarse a la mesa con Erdogan hasta que “Turquía no abandone el territorio sirio” -según palabras del mandatario turco-. Ankara controla, con sus propios soldados, varios territorios al lado sirio de la frontera que los dos países comparten. Y no solo eso: es Turquía quien financia, arma y paga los salarios de las milicias rebeldes sirias.
[–>
“Aunque Turquía se mantiene como un observador pasivo en esta operación, reconoce la legitimidad de las acciones de los rebeldes —dice Özkizilcik—. Fuentes de defensa turcas aseguran que la ofensiva se limitará a áreas capturadas por las fuerzas pro-Assad en años anteriores.