
El libro de Marc Marginedas, ‘Rusia contra el mundo’ es fruto de cinco años de ardua investigación, de decenas de entrevistas y de viajes con el que el autor quiere contribuir a descubrir la verdadera naturaleza del Estado ruso para tomar conciencia de su amenaza.
–¿Por qué ahora este libro sobre Rusia?
-Bueno, este libro habla sobre Rusia, pero sobre todo habla de cómo Rusia ejerce su influencia en el mundo, a través de lo que se llaman métodos de guerra híbrida. Algunos los conocemos bastante más, como son la propaganda, y otros los conocemos bastante menos, como son la utilización de mafias para ejercer influencia. El libro habla también de terrorismo, que es otra cosa de la que hay poca información. Pero Rusia, desde la llegada de Putin al poder, incluso antes, ha utilizado el terrorismo como una herramienta para generar opinión pública. En ese sentido, la llegada Putin al poder no puede ser más significativa. Llegó gracias a varios atentados que causaron 300 muertes, que le permitieron presentarse a la opinión pública rusa como el gran salvador, y le permitieron lanzar la segunda guerra de Chechenia. Pero en un momento tan crítico de la historia mundial, cuando vemos a Rusia negociando directamente con Estados Unidos y viendo cómo cede sistemáticamente a sus demandas, pues quiero explicar un poco como funciona esto. Sobre todo para hacer mucho más resilientes a las democracias en Europa. Evidentemente, si Rusia ha utilizado el terrorismo, si ha provocado atentados de falsa bandera, si se ha coligado con terroristas dentro de Rusia para provocar determinado estado de opinión pública, ¿qué no va a hacer ahora con Europa cuando está enfrentado a una guerra existencial con Europa? Tenemos algunos indicios de radicalizaciones de chechenos en Francia, hay atentados que suceden en Alemania antes de las elecciones y siempre provocan el ascenso de fuerzas ultraderechistas prorrusas. Son temas que yo creo que en estos momentos en Europa se tienen que empezar a plantear.
-Abrir los ojos de la opinión pública, ¿es esta entonces su motivación?
– Para mí también es muy importante un elemento personal. Yo fui secuestrado por Estado Islámico. Podemos decir, a través de lo que hemos podido investigar, que Estado Islámico ha gozado del apoyo logístico y ha sido impulsado por el tándem Rusia y el régimen sirio. Esto no es una teoría, sino que está avalado por hechos. Estado Islámico evidentemente es una organización terrorista formada por yihadistas, pero si hubo estados como Rusia y el régimen sirio que la apoyaron, que la impulsaron de alguna manera, eso tiene que explicarse también, porque ellos también son responsables de la violencia desencadenada.
-¿Qué es lo que diferencia este libro de los otros muchos que se han escrito sobre Rusia?
-Hay relativamente poca gente que haya denunciado la connivencia de Rusia, por ejemplo, con los grupos terroristas. Hay publicaciones muy especializadas, como ‘The Insider’, que han hablado de los vínculos del Estado ruso con las mafias. Pero sobre el tema del terrorismo, por ejemplo, la persona que verdaderamente lo explicó y lo denunció y lo pagó probablemente con su vida fue Anna Politkóvskaya. Anna Politkóvskaya determinó, por ejemplo, que en el atentado del Teatro Dubrovka había, como mínimo, infiltrados entre los chechenos y eso quería decir que el Estado ruso, alguna parte del Estado ruso, sabía que ese atentado se iba a cometer. Hay otro periodista con el cual estuve hablando mucho tiempo en Washington, que se llama David Satter, que hizo un trabajo muy cercano al de Anna Politkóvskaya, lo que pasa que él, al ser americano, simplemente lo expulsaron, no acabaron con él, no lo mataron. Pero bueno, el trabajo de ambos se acaba a mediados de la primera década del siglo, cuando Anna Politkóvskaya muere y cuando además hay un intento en toda la comunidad internacional de normalizar las relaciones con Putin.
–¿Su trabajo en este libro da continuidad a esas denuncias?
-Para mí se ha tratado de reconectar todo aquello, de recuperar todas las informaciones que sacó Anna Politkóvskaya, confirmarlas por distintas fuentes. Hay algo de Anna Politkóvskaya, y yo rindo un increíble homenaje a esta mujer porque verdaderamente fue ella la que abrió el camino, y de David Satter también, evidentemente. Pero hay una parte que ellos desconocen, que es el rol que pudo jugar el tándem del régimen sirio y Rusia en la creación, en la gestación y en el impulso de Estado Islámico. Y eso es un poco la aportación.
–¿Ha costado mucho recabar los testimonios y las fuentes para poder elaborar el libro?
-El libro ha supuesto casi cinco años de investigación. Empezamos de una forma muy sigilosa, porque evidentemente de esto no se podía hablarlo abiertamente, en un lugar además en el cual yo ya tuve problemas en los últimos meses antes de irme, en los que el FSB me hizo sentir su presencia. En este libro hay viajes a a Estados Unidos, a Noruega, tres viajes a Alemania, un viaje a Francia, un viaje a Bulgaria, viajes a Mallorca… Yo he querido hablar directamente con las fuentes. Y me ha costado muchísimo. Llegué a tratar con Yuri Felshtinsky, que era el amigo íntimo de Alexander Litvinenko. Para tener acceso a él y a la viuda, Marina Litvinenko, me tuvieron que recomendar. También para acceder al expresidente ucraniano Viktor Yúshenko, que fue envenado y le dejaron la cara como un mapa. Por todo esto yo digo que este es un libro coral, que está firmado por Marc Marginedas pero que recoge los trabajos de mucha gente y los esfuerzos de mucha gente que muy generosamente me ha cedido sus contactos y ha conseguido que el libro tenga una consistencia.
-Una consistencia que asusta …
-Todos los incidentes de los que yo hablo no dejan de ser incidentes aislados, pero si se ponen en un paquete y se les da forma pues te das cuenta de la enorme amenaza que supone Rusia desde el punto de vista existencial. Rusia es un estado que está totalmente fusionando con el crimen organizado, que, además recupera el terrorismo como herramienta y, además, tiene armas atómicas. El epílogo recoge la afirmación de David Satter de que Rusia es un estado gobernado por terroristas y por criminales que actúan con métodos de crimen organizado. Eso es una realidad aterradora, es una realidad que nadie quiere ver, porque una realidad tan aterradora es algo que la gente no la quiere ver. Hemos estado tratando durante 25 años con una Rusia que no existe.
-Una Rusia que pese a todo considera una especie de segunda patria
– Yo soy una persona que ama profundamente a Rusia, que, considero como parte de mí. Siempre digo que soy un poquito ruso, y para mí este libro es también un servicio a Rusia, un país que yo adoro, y que espero que algún día pueda encontrar la serenidad de la democracia y la prosperidad. En el libro también hablo de cosas cotidianas que muestran que el país es un régimen medieval, donde existe una casta de privilegiados, y el resto, y una parte importante de población que tiene que sobrevivir. Dedico un capítulo a los accidentes de tráfico, al hecho de que, por ejemplo, en Moscú el 10% de los coches han tenido privilegios de circulación que solo se le concederían en un país normal a las ambulancias y al coche del primer ministro. O, por ejemplo, hay otro capítulo dedicado a la explotación inmobiliaria en Rusia. La corrupción es tan grande y ha penetrado tanto en los órganos de cualquiera de las instituciones que hace que, por ejemplo, el derecho a la propiedad privada esté en cuestión. Es decir, hoy en día un moscovita se puede encontrar que una persona le emite un informe negativo del estado de un edificio y le puede, literalmente, expropiar su apartamento y darle a cambio uno de mucho menor valor. Eso ha pasado constantemente. Y eso me parece que es muy importante también explicarlo.
-¿Dónde está la sociedad civil rusa?
-La Rusia actual es mucho más que un estado policial. Es un estado donde hay decenas, si no centenares de miles de personas que trabajan para los servicios secretos. Y Rusia, que no puede gestionar la economía con eficacia, lo que sí hace es controlar de forma muy eficaz la sociedad. Yo creo que la sociedad civil rusa está fuera, la cantidad de rusos que hay fuera de sus fronteras es enorme. Yo, cuando paseo por Barcelona, no paro de hablar ruso, no paro de escuchar ruso. Hay mucho talento en el periodismo de investigación ruso. Publicaciones como ‘The Insider’ han sacado investigaciones que en nuestros países no existirían. Hay una parte de la prensa, una parte de la sociedad que está, a la altura de las circunstancias del desafío.
–¿Y la oposición política?
-La oposición sigue teniendo problemas de unidad, sigue teniendo problemas de infiltración. Está claro que Rusia tiene capacidad para infiltrar la oposición y para intentar desactivarla. Pero yo sigo pensando que es un país con enorme potencial yo considero que el día en que la propaganda se retire, esa propaganda tan brutal, la verdadera Rusia surgirá. La propaganda no solo es capaz de convencer a unos pocos, sino que lo da la impresión es de que el régimen es tan poderoso que eleva muchísimo el precio de rebelarte contra el Estado. Eso hace que las voces disidentes se apaguen.
-Ha dicho antes que durante muchos años los gobiernos y los países occidentales han hablado con una Rusia que no existe ¿se sigue sin ver la cara real de Rusia?
-España, por ejemplo, ha sido un país el cual una parte importante del Ministerio de Exteriores, de los diplomáticos, han intentado siempre acercar España a Rusia por encima de lo que suponían nuestras obligaciones como miembro de la OTAN y, sobre todo, por encima de la importancia que tenía Rusia como socio comercial. Es algo que es difícil de explicar. Desconozco las razones pero pueden ir desde la ambición personal hasta la inconsciencia. A mí me consta, por ejemplo, de que si hay un alto el fuego, va a haber muchas voces que van a empezar a decir que hay que normalizar las relaciones con Rusia. La guerra, aunque acabe con un armisticio, no elimina el hecho de que Rusia sea un agresor, no elimina para nada el hecho de que Rusia ha violado fronteras. Hablar de normalizar relaciones, de volver a un estado de ‘business as usual’, es…bueno, a mí me parece que la realidad sigue siendo la que es, no ha cambiado para nada.
–Pero no puede tratar a Rusia como un estado paria…
-A ver, no va de tratarlo como un estado paria. De lo que se trata es de asumir que en los próximos años mientras en Rusia no haya un cambio político, vamos a tener delante una potencia hostil, que va a seguir lanzando contra nosotros actos de guerra híbrida muy potentes.
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