Ρωσικό όπλο ηλεκτρονικού πολέμου Krasukha, βασικός ύποπτος για την κατάρριψη του πολιτικού αεροπλάνου του Αζερμπαϊτζάν
El pasado 25 de diciembre, antes de que el vuelo J28243 de las líneas aéreas azeríes acabara cayendo al suelo, hubo dos momentos que prologaron el desastre. Primero, los dos pilotos -hoy fallecidos- perdieron el control de los sistemas de navegación y comunicación de la aeronave. Cegados, continuaron volando con el rumbo alterado hasta que, ya en segundo lugar, disparos de artillería desde tierra acribillaron con metralla su fuselaje.
Confirman la hipótesis de una acción militar los detalles que trascienden hasta el momento de la investigación preliminar de un siniestro que ha costado 38 vidas civiles y por el que el líder ruso, Vladimir Putin, ha pedido disculpas sin admitir responsabilidades.
Está lejos de alcanzar conclusiones la investigación promovida por el gobierno de Azerbaiyán, en la que participan técnicos de Embraer, el fabricante brasileño del avión, pero ya trasciende sobre versiones oficiales la primera sospecha azerí, formulada dos días después del desastre: el avión comercial, antes de ser blanco de un disparo de la defensa antiaérea rusa -posiblemente una batería Pantsir-, se vio afectado por una oleada de ondas electromagnéticas de un artilugio militar de interferencia.
El origen es un sistema ruso convertido en una de las claves tecnológicas de la guerra de Ucrania. Su nombre comercial es Krasukha, el mismo que en Rusia se le da al fruto tóxico de la belladona.
Interferencia electrónica
En el mundo rural ruso también se le llama “baya del demonio”. La krasukha es una planta tóxica, que produce alucinaciones y confusión a quien la consume.
Fue por eso que la corporación industrial militar rusa Rostec bautizó con esa palabra a su sistema más avanzado de guerra electrónica. El avión azerí derribado fue uno de los últimos objetivos del grupo de antenas y emisores de un Krasukha-4, la versión más moderna del sistema, probablemente emplazado en ese momento en los alrededores de Grozny (Chehenia).
El presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, ha confirmado que Bakú maneja estos indicios en una entrevista concedida el pasado 29 a la televisión pública de su país, y que transcribe la web de la presidencia. Otras fuentes oficiales azerís han hablado de un impacto previo a la caída del avión, una “interferencia externa cinética, y también electrónica”, según un comunicado de AZAL, las líneas aéreas de Azerbaiyán.
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Ilham Aliyev ha citado dos veces esa circunstancia, en una entrevista que le ha servido de comunicado. “Sabemos que nuestro avión se volvió incontrolable mediante guerra electrónica“, ha asegurado. Para el mandatario azerí, fue por eso que el avión no pudo aterrizar en Grozni, y cruzó cientos de millas sobre el mar Caspio antes de precipitarse en los alrededores de la ciudad de Azktau, en Kazajistán
Encuentra, ciega y ataca
En un documento explicativo hecho público en 2014, en el lanzamiento comercial del Krasukha-4, la firma Kret, filial de Rostec y fabricante del sistema, explica que “el sistema afecta a los vehículos enemigos de la misma manera (que la belladona), haciendo que sus radares se descontrolen mediante interferencias”.
Cuando es utilizado para neutralizar a un bombardero, las ondas del Krasukha-4 impiden al atacante localizar blancos: “Hasta que se activa el Krasukha, el piloto puede ver la situación circundante y los objetivos a destruir, y puede reconocerlos. Cuando el sistema se activa, el piloto pierde toda esta situación y, por lo tanto, no puede completar la misión”, explica el documento de la corporación Rostec.
Fuentes del Ejército del Aire español corroboran a este diario que este sistema es utilizado por el Kremlin para proteger puestos de mando, grandes almacenes logísticos y factorías clave para la guerra. De hecho “es una de las causas que mantienen clavadas en tierra a las fuerzas aéreas en la guerra de Ucrania”, consideran.
En la actualidad, Rusia está usando su sistema de guerra electrónica no contra cazas enemigos, sino contra grandes drones y munición merodeadora de patente OTAN empleada por Ucrania.
El día de Navidad, el ejército ruso no cerró a tiempo el espacio aéreo sobre Grozny cuando ya se disponía a repeler un supuesto ataque ucraniano con drones en las proximidades. Se puso en marcha el Krasukha 4, el mismo sistema del que los ucranianos capturaron un camión en la primavera de 2022 cerca de Kiev; el mismo que los rusos habían puesto a prueba en la protección de instalaciones en distintas fases de la guerra en Siria.
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Dotado con una potencia que le permite cegar objetivos volando hasta a 300 kilómetros de distancia, pensado incluso para interferir a grandes aviones AWACS americanos de espionaje y guerra electrónica, el Krasukha pudo detectar primero el radar del avión civil azerí y, después, seguir sus operarios la cadencia de acciones que explica Rostec en su folleto: “Una vez detectado el objetivo, se lo reconoce, se establecen las prioridades y luego se toma la decisión sobre su supresión”. Pero en esta ocasión lo que el Krasukha mostró en sus pantallas no era un dron ucraniano, sino un avión EMBR 190 en vuelo comercial con 67 personas a bordo.