Τέσσερα χρόνια μετά την επίθεση στο Καπιτώλιο, το Κογκρέσο πιστοποιεί την εκλογική νίκη του Τραμπ
Hacía años que no se veía una tormenta de invierno como la de este lunes en Washington DC, pero esa nevada no es lo único que ha blanqueado y hecho especial la jornada la capital de Estados Unidos. Justo cuatro años después de que asaltara el Capitolio una turba de seguidores de Donald Trump azuzados por su mentira de que le habían robado las elecciones de 2020 que perdió frente a Joe Biden, el Congreso ha certificado este 6 de enero la victoria del republicano en los comicios presidenciales de 2024 aceptando la legalidad de los votos del colegio electoral: 312 para Trump y para su candidato a vicepresidente, JD Vance, y 226 para Kamala Harris y su número 2, Tim Walz.
Volvía así a la sesión conjunta de las dos Cámaras del Congreso la normalidad la transición pacífica de poder que ha dominado abrumadoramente en la historia de EEUU salvo por la excepción de 2021. A diferencia de hace cuatro años, los demócratas garantizaban la tranquilidad del proceso y asumían los resultados decididos por los ciudadanos en las urnas en noviembre. Y quería el protocolo marcado por la Constitución que fuera la derrotada por Trump, la vicepresidenta Kamala Harris, la que presidiera la sesión de certificación de los electores de Trump por parte de representantes y senadores.
El respeto a las reglas y a los resultados de las elecciones, que mantiene en marcha el proceso hacia la toma de posesión de Trump el día 20 para su segunda presidencia, ha marcado un claro contraste con lo sucedido hace cuatro años, pero numerosas señales han recordado que aquella jornada no fue, como le gusta decir al presidente electo, “un día de amor”. Por primera vez la certificación de los resultados del colegio electoral ha recibido la designación por parte del Departamento de Seguridad Nacional de acontecimiento nacional de seguridad especial, lo que ha hecho que se movilicen fuerzas y medios federales y locales para reforzar las protecciones, intensificadas también tras el atentado de Año Nuevo en Nueva Orleans.
No olvidar
En las palabras de muchos demócratas ha vibrado también una llamada a recordar y no olvidar lo que sucedió en aquel día que asomó al país al abismo, y las más vigorosas han llegado en un artículo de opinión que ha publicado el presidente Biden en ‘The Washington Post’. “Una nación que olvida su pasado está condenada a repetirlo“, ha escrito el mandatario, que ha denunciado los intentos de “reescribir, incluso borrar, la historia de aquel día”.
“Decirnos que no vimos lo que vimos todos con nuestros propios ojos, desestimar preocupaciones sobre aquello con si fueran algún tipo de obsesión partidista, explicarlo como una protesta que se fue de las manos…. No es lo que sucedió”, ha escrito Biden, que ha repetido una idea que a menudo ha pronunciado en sus cuatro años de mandato, que aquel enero de hace cuatro años “se puso a prueba la democracia” de EEUU, aunque aunque ha dejado de definir como hizo en campaña a Trump como una “amenaza” para el sistema.
Harris, por su parte, ha colgado por la mañana un vídeo en redes sociales donde se ha encargado de subrayar su compromiso con la transferencia pacífica de poder, que ha definido como “uno de los principios más fundamentales de la democracia estadounidense” y que, ha subrayado, distingue el sistema de gobierno estadounidense “de la monarquía o la tiranía”.
Tanto ella como Biden y numerosos congresistas demócratas han usado sus comunicados y mensajes para recordar, también, la “fragilidad” de la democracia y la necesidad de “luchar cada día para mantenerla”.
Trump mantiene la polémica y la promesa de perdones
No son palabras que constituyan mera retórica o que se puedan interpretar como una visión politizada de lo sucedido aquel 6 de enero de 2021. Trump aún no ha reconocido que perdió las elecciones de 2020. Y este mismo sábado organizaba en su residencia y club de Mar-a-Lago, en Florida, el pase de un documental sobre John Eastman, el abogado que urdió la trama con la que Trump y sus aliados intentaron que el entonces vicepresidente Mike Pence superara su papel ceremonial, violara la Constitución y rechazara algunos de los electores que había ganado Biden. “Esos votos se podían haber devuelto a los estados”, insistía con una falsedad legal Trump.
La realidad de lo que ocurrió aquel día, en cualquier caso, no puede ocultarse bajo mentiras o interpretaciones interesadas. Además de la comisión del Congreso que investigó y publicó un informe, del segundo ‘impeachment’ y de la causa penal que se abrió contra el expresidente (que en la primera instancia superó el juicio político gracias a los republicanos y en el segundo ha visto a la jueza cerrar el caso a petición del fiscal especial) hay casi 1.600 personas que han sido imputadas por aquel asalto, en que murió una de las seguidoras de Trump y resultaron heridos más de 140 policías. Entre ellos se cuentan 15 líderes de las milicias Oath Keepers y Proud Boys, condenados por conspiración sediciosa, y al menos 379 personas condenadas por atacar a policías o periodistas.
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Trump ha prometido que en las primeras horas de su mandato indultará a muchos de esos imputados, un perdón al que se opone la mayoría de los estadounidenses. Según un sondeo del ‘Post’, esa oposición la mantienen dos tercios de los ciudadanos, aunque apoyan los perdones un 60% de los republicanos y 69% de los votantes de Trump.